Friday 25 April 2008

Elegy, El último gran mago, The Contract y Casi 300 (sí: también voy al cine y veo películas "normales")



De los últimos films que he visto en las salas, sólo Elegy merece un comentario.

Con la nueva película de la execrable gafapasta Coixet (mujer que odio prejuiciosamente por todo lo que aparentemente representa), volvemos al debate de las adapciones. Una adaptación puede ser fiel y a la vez una obra maestra; ahí tenemos la última de los Coen. Y en el otro extremo, podemos encontrar no sé... el pestiño sadiano de Passolinni, que ni es fiel a las intenciones del autor, ni vale nada -cinematográficamente hablando-.

Con Elegy nos encontramos en mitad de la encrucijada. Por un lado, tal y como dice Cahiers y otras publicaciones especializadas, la película es menos fiel al texto de Roth que la Alicia en el país de las maravillas de Disney al relato de Carroll. Dice Ángel Quintana: "el animal moribundo del relato literario es, básicamente, un sátiro herido, nos es un romántico (...) Un beso tierno entre David Kenesh y Consuela Castillo sustituye [en la película de Coixet] la acción de magrear las nalgas de la protagonista con la que se abren los encuentros amorosos (...). Coixet transforma lo instintivo en puro romanticismo y orienta el relato hacia el dolor y la conciencia de la vejez (...). Elegy es una película pulcra, bien rodada, muy calculada y comedida. Lo dionisíaco desaparece, está sepultado bajo el orden de las cosas".

Todo esto es cierto. Pero aquí, el mayor defecto se convierte en virtud, ya que estamos hablando de Coixet "la romanticona", la de, ya saben, Mi vida sin mí, etc. Y es precisamente siendo infiel al texto literario como logra mantener sus constantes como cineasta -independiente de que empiecen a aburrir ya o no-, su visión. Por lo que indudablemente encantará a los seguidores de la directora, o a cualquier persona comprensiva, o al que no haya leído el texto en el que Elegy se basa.

¿La visión personal del cineasta debe anteponerse a la fidelidad al texto literario hasta el punto de eliminar el sentido primigenio de éste? He aquí el quid de la cuestión (mi opinión, la guardo por una vez).
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Y con estos tres carteles, ya sabéis los otros films que he tenido la "suerte" de ver (bueno, aunque en el caso de Casi 300, la etiqueta "film" le viene grande: sólo llega a "burda patochada"). Casi 300 es denunciable, El último gran mago, una nadería en la estela de El ilusionista (muy alejada, por desgracia, de otras películas infinitamente superiores como El prestigio), y The Contract, el enésimo e innecesario film de ¿acción? con un Morgan Freeman y un John Cusack que conocieron tiempos mejores (¿dónde quedó la época de Un asesino algo especial?).

Finalmente, añadir que desde Cinecutre se ha hecho una crítica durísima a la surrealista The Karate Dog, película que vi hace tiempo y que, salvando las distancias con films de corte similar como Gnomo Cop, se deja ver. Me gustaban más en su época de Más de mil cámaras velan por tu seguridad... por cierto, dentro de este tipo de películas, le tengo muchas ganas a Un gato del FBI, con Christina Ricci en su etapa regordeta pre-Ally McBeal.
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Tuesday 22 April 2008

¡Olvídate de mí! (por Sergi Sánchez)

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"Resnais se apuntó el tanto antes que nadie, porque Te amo, te amo no era más (ni menos) que una historia de amor hecha trizas que la memoria intentaba reconstruir cuando ya era tarde, demasiado tarde. Lo hizo antes que Charlie Kaufman, que en ¡Olvídate de mí! aquilata la línea de flotación de sus anteriores guiones demostrando que lo que había empezado como un ingenioso, brillante juego de muñecas rusas (Cómo ser John Malkovich) está acabando con la desesperada búsqueda que un autor emprende en el pozo sin fondo de sus sentimientos. Resnais era mucho más cerebral al retratar la angustia suicida de un romántico que perdió a su amada en el limbo de los tiempos. Kaufman (y Gondry, mucho más inspirado que en Human Nature) sabe ser más melancólico relatando, triste y desordenadamente, la relación sentimental entre dos desgraciados que borran todo lo que han vivido en sus mentes para dejar de recrearlo en sus corazones. De eso trata esta magnífica película: del amor como recreación de la memoria. Del pánico que nos entra al recordar que ya no podemos recomponer esa carta que rompimos en mil pedazos porque simplemente no nos acordamos de ella, solo somos capaces de imaginarla.
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Gondry está a la altura de la sofisticación de la propuesta de Kaufman ofreciéndonos un universo paralelo de colores saturados y poesía siniestra con rimas surrealistas. Aquí no hay espacio para la extravagante caricatura de Human Nature: de hecho, a ratos parece como si Roman Polanski hubiera decidido adaptar una comedia romántica escrita por Philip K. Dick. Las intenciones de esta magistral película no quieren desorientar al espectador, o al menos no quieren desorientarlo más que al propio protagonista, un freak típicamente kaufmaniano interpretado por Jim Carrey con la mirada húmeda de quien ha perdido lo irrecuperable.
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Lo que pretende ¡Olvídate de mí! es transmitirnos el caos del desamor, hacernos sentir como dos amantes que se buscan en una noche helada con una linterna que no ilumina, solo da miedo. Y en verdad lo consigue: esta es la comedia romántica más tenebrosa jamás filmada.
Para melancólicos irredentos y otros compañeros de desamor."

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Visita su interesante blog: Estado Crítico.

Odio a Devendra Barnhart

"Envidia insana", se podría decir
(y el pobre Gael ya me cae mejor:-)

Recordando... ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

Sobreactores: Steve Martin en Looney Toones: de nuevo en acción




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Lo cierto es que este pestiño, híbrido comercialoide hermano pequeño (en objetivos y resultados) de Space Jam a años luz de otros films de corte similar como la reivindicable ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y con un destable muñeco de bótox como actor principal (antes conocido como Brendan Fraser) acompañado de mr. Timothy "poruntalónpongomiculodondehagafalta" Dalton... bueno, pues lo cierto es que este film tan sólo es una excusa para hablar del malo de la película, megavillano -interpretativamente hablando- en la vida real, uséase, Steve Martin.

Steve Martin no sólo es uno de los peores actores de la historia del cine -que lo es pero bien-, sino que además, a diferencia de otros "grandes" como Steven Seagal, su terreno "natural" es la comedia. Y ser un mal actor es triste, pero no hay nada peor que un actor nefasto, además, no tenga gracia, ¡y se dedique a hacer comedia! Bueno sí, sería peor si encima se creyese un genio del humor; y este tío, más soso que un plato de habas, se lo cree.
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Podría haber elegido cualquier película de su filmografía por azar y hubiese acertado, pero me he decantado por Looney Toones: de nuevo en acción, porque para más inri se le puede ver un poquito más forzado que de costumbre. Sencillamente, los cartoons parecen más humanos que él. En la película hace de malo, del presidente de la Acme Corporation. Y el hombre, la verdad que malo es un rato: malísimo.

De regalo os dejo un final alternativo, tan insulso como el que finalmente eligieron:


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Venga vale, y para dejar un sabor de boca levemente mejor, un remix de Space Jam:


Monday 21 April 2008

Recordando... Manderlay


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Fascinante película (en mi opinión, muy superior a Dogville -y mira que me cae gordo Lars Von Trier, pero...-). No os la perdáis, de verdad.

Jamón, jamón: una película de culto

Por fin alguien trata a esta joya del cine español, obra del -irregular- Bigas Luna, como se merecía:
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"Jamón, jamón es una película que mira a la España de la flamante democracia utilizando procedimientos derivados del melodrama (telenovela), el esperpento valleinclaniano y el surrealismo buñueliano.
La diana está clara: 1992 (...). Este es el año en que se estrena la película, pero también es el año en que se conmemora con fastos variados el quinientos aniversario de la conquista de América(...), de (...) la Expo de Sevilla o las Olimpiadas de Barcelona. Es el año, por tanto, de la puesta de largo de la democracia española, de la nueva España europea, de una España sin complejos que, desde el primer momento, olvida que llega ahí como resultado de una autotransformación de la dictadura franquista. Con la misma actitud, es decir, sin complejos, Bigas Luna se propone aguarnos la dichosa fiesta del año 92.
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Me voy a limitar a comentar tres elementos que nos ayudarán a entender las estrategias retóricas utilizadas por el director catalán. Me refiero a la trama, la construcción de los personajes y lo que podríamos llamar la simbología/imaginería de la película.
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La trama nos recuerda la definición de tragedia que se utilizaba en la primera modernidad: una obra caracterizada por principios buenos y finales infelices y desastrosos. Por supuesto, también es un trama cercana al melodrama televisivo (telenovela): personajes de diferentes clases sociales enredados en conflictos sentimentales de variado tipo. La referencia a Ramón del Valle-Inclán (1866-1933) resulta imprescindible, en particular a Los cuernos de don Friolera (1921). Virilidad, hombría y asuntos de honor están presentes en Jamón, jamón principalmente a través de José Luis y Raúl. Conviene señalar, también, que Buñuel utilizó con frecuencia la forma melodramática en su periodo mexicano. Con independencia de las referencias a la alta cultura, la trama de la película se puede calificar de auténtico culebrón (telenovela). Los conflictos de clase y la lucha por el poder están presentes, pero como es habitual en el género, la complicación sentimental termina por ahogar toda referencia a los antagonismos económicos. No obstante, la parte final, caracterizada por una hipertrofia o hipérbole de la ya de por sí enrevesada estructura del culebrón, adquiere tintes de parodia del género telenovelesco.



Los personajes son claramente estereotipos. Los propios títulos de créditos se encargan de señalarlo al final de la película. En lugar de los nombres propios de los personajes tenemos las siguientes etiquetas: “la madre puta,” “la puta madre,” “el padre,” “la hija de puta,” “el chorizo” y “el niñato.” Los personajes también aparecen tratados de forma maniquea. En particular Conchita, la mala de la película (la madre puta) y Silvia, la chica buena (la hija de puta en la versión de los títulos). En definitiva, personajes caricaturescos, de escasa complejidad, que no experimentan ninguna evolución a lo largo de la trama. Marionetas, por decirlo a la manera de Valle-Inclán.

Pues bien, utilizando estas marionetas y la trama melodramática a manera de sostén, Bigas Luna entreteje una serie de símbolos e imágenes que hacen mención expresa a la identidad española puesta en circulación durante la dictadura franquista (obviamente, con materiales preexistentes). Al enfatizar los elementos de continuidad con el pasado predemocrático, se parodia a esa supuesta nueva España que habría sido capaz de desplazar la cutrez imperante durante el franquismo. Por lo demás, los símbolos e imágenes se organizan en torno a varios ejes: paisaje, comida, animales, virilidad, castración (madre), sexo y poder (dinero).
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Un paisaje desolado, desértico, similar al espacio minimalista y abstracto del spaghetti western. En este espacio encontramos una serie de locales con atributos alegóricos: la fábrica, el puticlub, los corrales de toros, la carretera y sus camiones de paso, el campo de fútbol desvencijado donde se entrena Raúl, etc. Este espacio falto de humanidad impregna a todos los personajes, que aparecen así como un conjunto de seres descarnados, provistos de un alma tan desierta como el espacio que habitan.
Los motivos culinarios son constantes, y revuelven en torno al ajo, las tortillas de patata y el jamón. No obstante, también conviene señalar la presencia de la paella colectiva cuyos restos devoran los perros, un plato de caracoles que comparten José Luis y su padre y un bote de aceitunas negras que se derraman por la mesa de la casa de Silvia, a manera de imagen invertida de las perlas del collar de Conchita. La utilización de los motivos culinarios está al servicio de una estética de lo grotesco, sobre todo gracias a la polisemia de estos motivos, es decir, a su capacidad para funcionar también en el eje de los animales, en el de la virilidad, en el del sexo y en el del poder.
Los motivos animales (toros, perros, Pablito el cerdito, las ovejas, el loro, etc.) también son polifuncionales, es decir, tienen efectividad a lo largo de diversos ejes: comida, virilidad, sexo. También se ponen al servicio de lo absurdo (surreal) y de lo grotesco, pues mediante transferencia provocan la animalización de los personajes humanos, o sea, la continuidad esencial entre el mundo animal y el humano, que de esta forma queda animalizado.
La virilidad superlativa como rasgo esencial del macho hispánico, ese Sansón que todos llevamos dentro, es una de las claves de la película. Su representante central es Raúl. No obstante, ante la presencia de la madre castradora (Conchita), portadora del poder económico (a la manera de Bernarda Alba y tantas otras madres castradoras de la historia cultural española), la virilidad se doblega, deviene impotencia, o mera mercancía. Al fin y al cabo, Raúl se prostituye, primero por una Yamaha y después por un Mercedes.

Los elementos hasta aquí tocados son motivos culturales de vieja tradición y raigambre. Quizás los podríamos concentrar en la figura del toro de Osborne, símbolo del casticismo español. Pero no olvidar que el macho por antonomasia, Raúl, trabaja en una empresa que se llama “Los Conquistadores,” propiedad de “Hernán Cortés y Hnos,” nada más y nada menos. El pasado imperial sobrevive en el presente, centrando el programa identitario de la España actual; pero a manera de farsa, parece decirnos Bigas Luna. De hecho, la farsa como clave de recuperación o mimesis de la cultura española es un procedimiento redundante en la película. Sirva de ejemplo la referencia al grabado de Goya, el duelo a garrotazos, pero ahora transmutado en un duelo a jamonazos.
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La mítica pelea (el mejor clímax de toda la historia del cine español)
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Pues bien, junto a esos rasgos tradicionales representados en el toro y en la conquista, aparecen dos nuevos elementos que no habían cumplido un papel central con anterioridad: el sexo y el dinero. La nueva España de 1992, propone Jamón, jamón, no es más que el casticismo tradicional adobado con los hábitos promovidos por la sociedad de consumo (hedonismo).


Esta fusión de la España ancestral con el capitalismo moderno se representa de manera eminente en una de las imágenes más interesantes de la película: Conchita llevando a la boca con sus dedos cargados de anillos de oro el ajo que le regaló Raúl. La imagen está saturada de connotaciones gracias a las asociaciones que se han ido creando a lo largo de la película en torno a los elementos que están presentes en la imagen: el ajo, la boca, los dedos, el oro, etc. Por supuesto, la gran capacidad del cine para crear conexiones metonímicas posibilita la cohabitación de lo antiguo y lo moderno que propone Bigas Luna. Ahora bien, conviene resaltar que para el director catalán, esta cohabitación sólo puede ser adecuadamente representada mediante una estética de lo grotesco, es decir, mediante una yuxtaposición de fragmentos incongruentes que se acoplan para deformarse. Considerar, por otro lado, que la combinación de elementos no propiamente fusionados también es una característica del cine de Almodóvar. Ahora bien, a diferencia de la versión amable del director manchego, la nueva España de Bigas Luna no aparece como un espacio de posibilidades (gracias a la iniciativa individual y a la solidaridad espontánea de las mujeres) o de escape (a los ámbitos pastoriles), sino como un lugar inhóspito en el que el choque de los deseos asegura la destrucción mutua".

Oscar Pereira



... quizás Yo soy la Juani me fascina tanto porque veo en ella una especie de actualización, de puesta al día de la visión que Bigas Luna tiene de España, visión, por otro lado, muy acorde con la que ya tenía en Jamón, jamón.

Aviso: dos platos no aptos para estómagos sensibles


De primero, Aftermath, cortometraje gore español de culto dirigido por Nacho Cerdà que narra la vida de un necrófilo perturbado en su salsa. Y si no te sacia, recomiendo continuar con Der Weg Nach Eden (Camino del Edén), de Robert-Adrian Pejo, DOCUMENTAL que nos muestra el día a día de un médico forense.

Olvídate de Grindhouse: como esta sesión doble, pocas.

Sunday 20 April 2008

Los sexoadictos, de John Waters (y otras guarrerías)

(Selma vs. Cheryl)
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Aprovechando la historia de la inglesita Cheryl Tunney dedicaré unas líneas a Los sexoadictos:-), y ya puestos a John Waters, mítico director de dicha cinta.
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A mí John Waters, aunque sólo sea por Pink Flamingos (¿desde qué punto de vista se puede criticar a un film que pretende ser desde el comienzo "un atentado contra el buen gusto"?), me parece un director de cine necesario. Pero si no lo hace "la música", el tiempo y los pedestales acaban amansando a cualquier fiera, por brava que sea.
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Los sexoadictos pierde -y mucho- por esta inevitable "relajación". Como ya he dicho otras veces, esta película es 100% puro John Waters, pero un Waters cuesta abajo y sin frenos, asimilado por el sistema, manso, viejo, domado... ¿No resulta extraño que en una película cuyo tema central sea la perversión y la necesidad compulsiva de cópula multitudinaria no se pueda ver ni un solo pezón? Si hasta Janet tuvo más agallas...
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Creo que, siendo consecuentes, Los sexoadictos debería haber mantenido un estilo semipornográfico, quizás rozando los límites de cintas como Fóllame, película que detesto pero que al menos se atrevió a tirarse al vacío de verdad, sin paracaídas.
Nos queda al menos el pixelado -pero pobre y falso, como toda la cinta- consuelo tetón de una Selma Blair que se sale -por salida- más que nunca (en lo que a glándulas mamarias se refiere, impecable) y el escalofrío de pensar que algo tan ligth como esta payasada tuviese problemas de censura en los Estados Unidos.
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¡Ah! Y respecto a las interpretaciones seguro que algún subnormal ve ecos del expresionismo mudo alemán caligariano... gilipollas hay en todas partes. Pero lo cierto es que todas las actuaciones son vergonzosas, y más excesivas que los ya comentados pechos de Selma. Por eso he incluido a esta entrada en la sección de "Sobreactores". ¿Por quién? Por todos y cada uno de los ¿intérpretes? que aparecen en la cinta.




PD: Ya que hablamos de guarradas, hablemos de guarradas "de verdad". Mis últimos y gozosos descubrimientos han sido La noce blanche (con una Vanessa Paradis que genera ríos de baba en tu boca), del pervertido Jean-Claude Brisseau, la obra de Walerian Borowczyk y la impactante Une vraie jeune fille, de una tal Catherine Breillat de la que -todavía- no sé demasiado. De La pequeña mejor ni hablo, porque merece una entrada aparte (IMPRESIONANTE Brooke Shields).

Todas estas películas están disponibles aquí (y por supuesto, os las recomiendo).


Friday 18 April 2008

Charlton Heston: adiós a un mito


Ni un millón de "michaelmoores" -y creo que incluso ni él mismo- hubiesen logrado jamás destrozar la incuestionablemente admirable trayectoria de este pedazo de actor.
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Tuesday 15 April 2008

Recordando... Something's Got to Give, último (e inacabado) film de Marilyn Monroe

¿La mamada de Marilyn Monroe?


Babeando.
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Babeando sigo desde que me he enterado de toda la movida sobre el vídeo porno de la supermusa Marilyn Monroe (y esta vez parece que es bueno, y no una mierda de montaje con una triste gorda haciéndose pasar por ella). Pero vamos... que el tipo dice que no piensa compartirlo, que "tó pa' él". Veremos...
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De momento, os dejo este enlace a uno de verdad; bueno, bonito y barato (sí, es el de Paris Hilton).

Jesús Navas Godoy "Tintín": el Gran Megaletrero



Al pie de la letra era un programa más de Antena 3, correctillo, que se dejaba ver, y tan solo buscaba alcanzar el modesto objetivo de llegar a convertirse en el karaoke televisivo de España. Pero todo eso cambió con este malagueño: el huracán "Tintín":
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Cada día, el concursante ganador de Al pie de la letra se enfrenta a Jesús, "Megaletrero", que defiende dicho título frente a ese aspirante. De momento, nadie a logrado usurparle su trono.
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No es sólo lo que hace: es cómo lo hace.
Chulo y bailarín, impecable y confiado: "Tintín" lo tiene todo. Una de las acepciones de genio reza: "Inteligencia o aptitud extraordinaria". Y Jesús cumple con creces lo segundo. Poca gente sabrá tantas letras como él, nadie en España.
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Aunque algún día lograsen -que lo lograrán- robarle injustamente su título de "Megaletrero", seguirá siendo el verdadero genio mundial del karaoke (y parecerá exagerado, pero me da igual... cada día me divierte más ver como destroza a los tristes aspirantes).

Para muestra, os dejo un botón:





Y otro aún mejor (de regalo:-):


Es mi ídolo.
Y, por descontado, lo mejor de la actual programación televisiva.

Palabras (Ali G, Vanilla Sky, XXX 2: estado de emergencia y Yo soy la Juani)... para olvidar

(Un pequeño avance: ¡Bruno está cerca!)
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"¡Ay que me da a ti, te da a mí, me pone, me está poniendo, está viniendo, Íker Casillas, qué maravilla, toma pastilla, ajá, wiky, wiky, wiky me he hecho un kiki, me gusta el pollo, me viene el rollo Kentucky Fried Chicken, tócame el cogollo, me voy con la "a", ahora me voy con la "g", mírame niña, mírame la "r" de Ricky, la "k" y la "y", me saco la lengua toco mi nariz, wiky wiky, toca piki buki piki, me dio un kiki, me saco un moco, coño que llego tarde!



Representante de Life Extension:

- ¿Y si te dijera que puedes controlar todo esto? Todo... incluso a mí.

Tom Cruise:

- Oiga; yo no soy gay, ¿se entera?
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XXX 2: estado de emergencia:

"No lo hagas por la bandera americana, hazlo por ti. Hazlo por el derecho a trincar y trucar coches de lujo, en la misma esquina de la Casa Blanca. El modo de vida americano, hermano".




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Yo soy la Juani:

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La Juani al Jonah (mientras le lame el cuello):

-Me gusta besarte aquí... es como una polla.
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PD: Recordemos un poquito más a Verónica Echegui en Yo soy la Juani, pedazo de actriz y de mujer que tarde o temprano será (en realidad ya lo es) musa joellovesclementiniana.



Monday 14 April 2008

Recordando... Visitor Q

Como bien dijo Alfaro, "Los muertos también follan"
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Se dice que es la película más fuerte de Takashi Miike... pero creo que se debería repasar de nuevo toda su filmografía (no olvidemos a Ichi the Killer, por poner un ejemplo) antes de ser tan rotundo. A este tipo nunca sé que adjetivo adjudicarle... y eso me (dis)gusta mucho.

Atención al "divertidísimo" (y fortísimo) fragmento:
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Tron, Cabeza Borradora, Ghost in the Shell y Starship Troopers (según Pablo del Moral)

En esta página he descubierto críticas muy interesantes firmadas por un tal Pablo sobre 4 películas imprescindibles: Tron, Cabeza Borradora, Ghost in the Shell y Starship Troopers. Films que además vi hace relativamente poco, por lo que he decidido reproducirlas en Joel Loves Clementine (si tienen derechos de autor o algo, que me lo comuniquen que las quitaré y pondré 4 links a ellas). Espero que las disfrutéis:

Tron:

Aunque muchos ávidos fanáticos alegan que sin "Tron" nunca hubiera existido "The Matrix", los lectores de ciencia ficción familiarizados con las obras de William Gibson, Neal Stephenson y Philip K. Dick saben que el génesis de toda esa corriente de "realidad virtual" tan socorrida por Hollywood en la última década proviene directamente de los libros de los mencionados titanes del género. Pero parte de la hipérbole de los fans de "Tron" sí es cierta; aunque en su tiempo fue un fracaso de taquilla, el espacio computacional que "Tron" propuso sentó las bases gráficas y estilísticas con el que la cultura popular relacionaba el entonces reducido mundo de las computadoras. Los famosos "Mainframes", hoy casi obsoletos, tenían una tenebrosa similitud con el "Big Brother" de Orwell, y para muchos presagiaban el fin del control de la raza humana sobre el mundo.Casi veinte años después tales profecías se han quedado cortas en ciertos aspectos. En otros aspectos, resultaron demasiado optimistas. El punto es que "Tron" fue innegablemente una introducción amable al misterioso mundo del silicón para niños y adolescentes que poco a poco nos hizo descubrir que había efectivamente algo más adictivo que la venerada televisión: los videojuegos. Y el interés en los videojuegos, si uno corrió con suerte, desencadenó también un interés en la tecnología que posiblemente ayudó a moldear el mundo hasta el estado en que ahora lo vemos. Pero, ¿fué entonces la película "Tron" responsable por la explosión del internet, por América OnLine y por el virus Merry_Xmas? Probablemente no. Pero estoy seguro de que hay muchas personas en las que influyó tanto como en mí. Y en el contexto global, tal vez el número no sea tan despreciable.



Pero dejemos de especular sobre su importancia histórica. "Tron", después de todo, y a pesar de sus propuestas filosóficas, se trata de videojuegos y de sus creadores. La historia comienza con Flynn (Jeff Bridges) tratando de introducirse ilegalmente a la red del MCP, computadora central de la empresa donde él trabajaba, y que supuestamente le robó las patentes de varios innovadores videojuegos que han significado tremendo crecimiento económico para la compañía. Flynn trata de violar los protocolos de seguridad para encontrar evidencia de ese robo y reclamar como suyos los videojuegos. Pero sería muy aburrido ver al programador sentado al teclado. Afortunadamente resulta ser que en el espacio computacional (que hoy llamamos ciberespacio), los programas llevan una vida propia que hasta cierto punto emula a la de sus creadores. Entonces, vemos al programa de análisis que Flynn escribió, llamado Crom (también interpretado por Jeff Bridges) como una interpretación de su autor, viviendo en un entorno electrónico que contiene muchos análogos del mundo real. Pero el malévolo MCP (Master Control Program, con la voz electrónicamente alterada de David Warner) destruye al programa. A la mañana siguente Alan (Bruce Boxleitner) descubre que como consecuencia del ataque de Flynn, los parámetros de seguridad se han reforzado y junto con su novia Lora (ex-novia de Flynn), visitan al joven programador para sugerirle que cese sus intentos de penetrar en la red. Flynn, antes el programador estrella de la compañía, ahora es dueño y administrador de un "arcade", un lugar de videojuegos donde los niños y jóvenes depositan miles de dólares en las versiones tragamonedas de los videojuegos que el creó y que luego le robaron.
Pero cuando Alan y Lora se enteran de que Flynn conoce evidencia inequívoca de la culpabilidad del MCP y de su creador, Ed Dillinger (David Warner de nuevo), deciden ayudarlo a infiltrarse en la compañía, para que en una terminal autorizada Flynn logre encontrar los archivos que le ayudarán a probar sus alegatos de plagio. Ya en la empresa, el MCP se da cuenta de la intrusión de Flynn, y mediante un proceso experimental de absorción física de objetos en el espacio computacional, el siniestro mainframe se "traga" a Flynn, y lo deposita en su interior, donde el resto de los programas vive. Flynn es puesto a jugar en la rejilla de videojuegos, con el propósito de eliminarlo, tal como el MCP hace con la multitud de programas obsoletos cuyas funciones ya ha asimilado. Pero Flynn no es un programa... es un usuario. En el mundo de los programas tal cosa conlleva una reverencia religiosa y adicionalmente confiere a Flynn ciertos poderes que le ayudarán a sobrevivir los retos de los videojuegos y a redimir al ciber universo al liberarlo del férreo control del MCP, que controla todo y a todos.



Los principios filosóficos de "Tron" son evidentes, y forman parte del código ético de los primeros programadores y hackers que desde los cincuentas veían a la ciberrealidad como una alternativa viable a nuestro mundo de burdos átomos, lleno de limitaciones físicas y restricciones sociales. El fundamento de esta filosofía es "La Información Quiere ser Libre", y bajo el disfraz de aventura de ciencia ficción, forma el nudo narrativo de "Tron", así como su más fuerte mensaje.
Además de la sorprendente relevancia actual de dicha filosofía, "Tron" también innovó con el imaginativo uso de los gráficos por computadora para crear un mundo que se beneficiaba por la crudeza de las imágenes digitales de entonces. El castigo final en la película no es la muerte, sino el "de-rez"... la disminución de resolución hasta que el ente u objeto cesara de existir. Sin buscar en ningún momento el fotorrealismo, "Tron" consigue una hermorsa plástica, a la vez estéril y orgánica, donde los fractales y la geometria comparten importancia, y en el que los colores primarios son diestramente usados para connotar la gama de humores y emociones de nuestro burdo mundo real.En cuanto al elemento humano, no hay mucho que decir. Bruce Boxleitner, Cindy Morgan y Jeff Bridges son apenas funcionales, y David Warner es una mera caricatura del villano. Pero nada de eso importa cuando la tecnología y las ideas son los auténticos protagonistas.
Vista en nuestra época, es imposible apreciar el impacto que "Tron" tuvo en su tiempo. Y para quien no guste de los videojuegos será imposible explicar su relevancia en el diseño y mercadotecnia de esos juguetes digitales. Pero quien haya vivido de primera mano tales eventos recordará con cariño a esta imperfecta pero innovadora película, que ponía en términos vívidos y sencillos, no la forma que tomaría la tecnología computacional en el futuro, sino las ideas que deberían guiarla, y los peligros de los que deberíamos alejarnos para lograr el libre flujo de información. La existencia de los conocidos monopolios que van totalmente en contra de todo eso son clara muestra de que las advertencias cayeron sobre oídos sordos. Y a los discípulos de "Tron" que han sido firmemente absorbidos por los monopolios y convertidos en meros bits dentro del programa global, sólo les queda rezar por la segunda venida del Usuario.





Cabeza borradora:



La diferencia es sutil, pero muy importante: me gustan las películas con mensaje; aquellas que, además de entretenernos, tienen algo que decir sobre el mundo o la condición humana. Pero, extrañamente, no me gusta sobre-analizar las películas que parecen confusas, ni buscar significado en sus detalles estilísticos. "¿Qué quiso decir el director con esta toma?" o "¿Qué representa esa lámpara?" son preguntas que procuro no hacerme, aunque sé que mucha gente disfruta del profundo análisis de algunas cintas, especialmente aquellas cuya historia parece esconderse tras obscuras metáforas e incomprensibles analogías visuales. No para mí. En esos casos, prefiero dejarme llevar por las emociones que evoca el cineasta, sin tratar de racionalizar sus intenciones, y sin diseccionar sus decisiones estilísticas. Como con una auténtica obra de arte, no busco "entender" la cinta, sino recibir su impacto y dejar que inunde mis sentidos.Y si alguna película merece esa descripción es "Eraserhead", el primer largometraje de David Lynch, un director a quien admiro mucho, pero no por sus impenetrables guiones, sino por el asombroso dominio que tiene sobre las emociones de su público. Y, para mí, no hay mejor cine que el que produce emociones reales.
Entonces (aclarando por adelantado), este escrito no pretende "explicar" la película "Eraserhead", ni especular sobre la intención del director, sino comentar sobre su técnica, su argumento aparente, y su asombrosa capacidad para perturbar y aterrorizar con una casi minimalista producción que emula, mejor que cualquier otra, la sensación de estar en un sueño... o en una pesadilla.



Es difícil escribir una sinopsis de "Eraserhead". Los eventos que transcurren en ella son más o menos simples ("...entonces, sale un gusano del cuello de Henry, y empuja su cabeza humana, haciendo que caiga al suelo; luego el árbol seco empieza a sangrar..."), pero un mero recuento de escenas difícilmente transmitirá las sensaciones que produce realmente ver la película.
No obstante, para dar idea del contenido de la misma, aquí va un débil esfuerzo:
Al principio conocemos a Henry (Jack Nance), un hombre joven que vive y trabaja en una ciudad industrial, fría y estéril. Su minúsculo departamento está en un decrépito edificio, en el que pasa su tiempo en apática contemplación. En ocasiones una luz ilumina el interior de su radiador, y Henry quizás tiene fantasías sobre una inusual mujer que habita en su interior.
Un día, Henry recibe un recado: Mary (Charlotte Stewart) lo invita a comer a casa de sus padres. Henry asiste, y durante la demencial cena (que incluye un minúsculo pollo frito que aún se mueve) recibe una noticia inesperada: Mary está embarazada, y Henry, siendo el supuesto padre, debe casarse con ella, y llevarla a vivir a su departamento.
Un tiempo después vemos a la pareja viviendo en angustia conyugal. El bebé ha nacido, pero está muy lejos de parecer humano. Además, como fue prematuro, requiere continuos cuidados, y llora constantemente (aunque llamar "llanto" a sus perturbadores plañidos es demasiado amable). Mary no soporta la presión de cuidar al bebé, y abandona a Henry. Curiosamente, en cuanto Mary se va, el bebé deja de llorar.
Henry puede entonces dormir, pero tiene una bizarra pesadilla en la que tiene relaciones con su guapa pero amoral vecina. Henry despierta y encuentra al bebé enfermo, lo cual lo preocupa considerablemente. Pero más molesto aún es ver a su vecina acompañada por otro hombre. Esto sume a Henry en una ira que lo lleva a acercarse a su bebé con unas tijeras...
Además de su extraño argumento y su obvio uso de símbolos y metáforas, lo primero que llama la atención en "Eraserhead" es la pulida cinematografía. Filmada en blanco y negro, con intensos contrastes y agresiva nitidez, la cinta ofrece una vista clara de corrupción urbana llevada hasta niveles patológicos. No parece haber alegría ni esperanza en esas locaciones, y tal corrupción se ha extendido hasta los habitantes, que viven su vida rutinariamente, con torcidas fantasías como única fuente de esparcimiento.
Y si a eso agregamos el sonido ambiental, tenemos una combinación perfecta para llevar a cualquier habitante a la locura. El sonido, desde luego, es de primordial importancia y Lynch creó un auténtico tapiz auditivo que evoca intranquilidad, industria y depresión en iguales proporciones. Incluso cuando hay un breve pasaje musical (interpretado por una mujer con severas deformaciones faciales), la melodía y la voz son simultáneamente empalagosas y melancólicas. La letra: "En el Cielo todo está bien", parece ser una importante pista para deducir el destino de Henry y su estado mental.
"Eraserhead" es la película más personal de David Lynch, y no sólo en terreno narrativo. Además de estar posiblemente basada en sus experiencias adolescentes en Filadelfia, Lynch hizo prácticamente todo en la película, desde dirección y producción, hasta diseño de producción, audio, cinematografía y efectos especiales. Su asistente de cámara, Catherine Coulson (quien años después aparecería enfrente de las cámaras como la "Dama del Tronco" en la serie "Twin Peaks") ha dicho que le costaba mucho trabajo a Lynch delegar responsabilidades y dejar que alguien más realizara alguna labor relacionada con "Eraserhead". Obviamente este control obedece a que cada detalle de la película tiene un propósito, y cada cuadro cuenta por sí mismo una historia.
Un punto de amplia discusión ha sido el bebé que aparece en la película. Obviamente es producto de alguna técnica de efectos especiales, pero Lynch nunca ha revelado su origen, aunque ha mencionado (sin duda sarcásticamente) que no lo hizo, sino que lo encontró. Sea como sea, su misterioso origen palidece frente a su significado en la película (cualquiera que sea).
Supongo que "Eraserhead" puede tener incontables interpretaciones, como cualquier obra de arte. Sin embargo pienso que es un error analizar esta película. Claro, puede ser un ejercicio muy interesante, pero siempre estará condenado a la incertidumbre. Prefiero pensar que "Eraserhead" es similar a un acertijo zen, donde lo importante es su contemplación, y no la elusiva respuesta. Por eso mi intención con este escrito no es explicar metáforas ni dilucidar simbolismos. Simplemente quiero transmitir mi entusiasmo por esta inusual película, e invitar a otros a participar en la experiencia, esperando que cada quien la aprecie por sus motivos personales. (...) como película de culto, como experiencia psicodélica, o como ejercicio filosófico, vean esta indescriptible cinta, que sin duda será un buen punto de partida para pensar más allá de lo que estamos acostumbrados en cuanto a cine y películas se refiere. Después de todo, el cine es el "séptimo arte", pero parece que el bombardeo de genérico producto hollywoodense a veces hace que lo olvidemos... y aquí está la oportunidad de confirmar que aún se le puede llamar “arte”, cuando la obra lo justifica.





Ghost in the Shell:


Si alguien necesita prueba de que en Japón se produce la mejor animación del mundo, no necesita hacer más que ver "Ghost in the Shell", una excelente película de ciencia ficción que, siguiendo el credo de la mayor parte de los creadores orientales, primero consigue una fantástica historia y luego se preocupa por llevarla a la pantalla con un nivel de detalle y cuidado que resulta verdaderamente espectacular.




Mucha gente gusta de la animación japonesa por sus estilizados visuales, por la curiosa sensibilidad que muestra en el tratamiento de héroes y villanos y, desde luego, por la inherente y elusiva cualidad "cool" que posee. Como en todas las industrias de entretenimiento, esto hace que una buena parte del producto animado japonés sea tan vacuo y pueril como el de, digamos, los Estados Unidos. Pero siempre existe un grupo de artistas que están interesados en impulsar el estilo animado hasta nuevos niveles y, de paso, contar una buena historia, aprovechando las ventajas del medio para crear tremendas imágenes sin necesidad de invertir millones de dólares en efectos especiales.
Con esta ideología en mente, podemos considerar a "Ghost in the Shell" como una gran película de ciencia ficción que para su adaptación a cine utilizó la animación, no como un fin por sí misma, sino para contar adecuadamente la historia. En Occidente es común que la animación sea considerada la exclusiva provincia de los niños, y como tal, frecuentemente el aspecto narrativo tiende a simplificarse excesivamente, limitando el atractivo de las películas "de caricaturas" y fomentando el prejuicio reinante que invita a menospreciar ese cine por no ser "serio".
Afortunadamente en Japón no existe tal prejuicio, y el feliz resultado son cintas de gran profundidad e inteligencia, como la venerable "Akira", "Perfect Blue", "Cowboy BeBop", la obra de Hayao Miyazaki (como "Kiki's Delivery Service" y "Princess Mononoke -checar el archivo de Cinencanto-), y desde luego mi favorita, "Ghost in the Shell".


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La cinta comienza con un vistazo a un mundo futurista en el que los cyborgs (gente con implantes electrónicos que pueden ir desde extremidades hasta cerebros computarizados) son cosa común, particularmente entre las agencias protectoras de la ley. Un destacado miembro de la fantasmal Sección 9 es la Mayor Kusanagi, una agente que, salvo su "fantasma" o espíritu, es totalmente cibernética. La Mayor está dudando del sacrificio que hizo al abandonar su cuerpo orgánico a favor de la imparable estructura mecánica computarizada que ahora alberga su alma; tal vez su condición robótica la ha deshumanizado y salvo los pensamientos que flotan en su mente, ella no es más que un objeto de alta tecnología. Pero no hay tiempo de consideraciones filosóficas, porque ella y su equipo de investigadores están tras la pista de un misterioso hacker que se hace llamar Puppet Master, pues sus hablidades son tales que incluso puede penetrar en el cerebro de la gente normal para controlarlos y hacer que lleven a cabo sus planes, como zombies, sin tener conciencia de que están rompiendo la ley. Y claro, cuando la Mayor Kusanagi los captura, resultan ser simples víctimas de Puppet Master, pues frecuentemente sufren de daño cerebral luego del "secuestro" de sus mentes. Así, la investigación poco a poco revela que Puppet Master puede ser algo muy distinto a lo que todos piensan, y eventualmente la Mayor debe poner en peligro su vida y cuestionar sus creencias sobre la existencia del alma y su propia condición humana.
Evidentemente esta no es una típica película de acción. La trama se desarrolla pausadamente y a pesar de la corta duración de la cinta hay mucho lugar para exponer la filosofía de la deshumanización que el tecno-futuro nos depara. Las preguntas clave ¿existe el alma? ¿qué nos define como humanos? no son contestadas; sólo se plantean para que el espectador tome su decisión.
La historia es fascinante, y deja muy, muy atrás a la mayor parte de las películas de ciencia ficción contemporáneas, que por lo general se limitan a ser meros ejercicios de acción futurista, donde tratan de ocultar una hueca trama con complejos efectos especiales y adornos visuales.
Es por eso doblemente loable que, con todo y su fantástico argumento, "Ghost in the Shell" entrega un espectáculo visual a la altura de su historia. La animación es fluida e impresionantemente detallada; el diseño de producción es sencillamente espectacular. Desde los vehículos hasta las armas; desde el diseño de los personajes hasta los sutiles modos de mostrar la infiltración de la tecnología en todas las áreas de la vida... nada está hecho sólo por lucir el diseño; todo tiene razón de ser y se antoja posible que el futuro sea realmente así, con soluciones tecnológicas prácticas y a la vez vistosas.
La música y en general la pista de audio de "Ghost in the Shell" es también un triunfo; la yuxtaposición de temas tradicionales japoneses con el high-tech auditivo complementan la acción y reflejan el contraste de temas teológicos milenarios con el futurismo de la película. Como en todo, la atención al detalle no deja de sorprender.
Diría que "Ghost in the Shell" es una de las mejores películas animadas que he visto en mi vida, pero sería injusto categorizarla sumariamente sólo por el medio de producción que sus creadores escogieron. En vez de eso diré que se trata de una de mis películas favoritas, que emplea un escenario de Ciencia Ficción para explorar cuestiones que conciernen a la religión, la filosofía y que a la vez hacen eco de la experiencia humana en camino de los prodigios tecnológicos que estamos experimentando y que continuarán en el futuro. Cada quien tendrá su opinión al respecto, pero sea cual sea, esta película expone esas cuestiones con gran fuerza y claridad. Y viviendo en este mundo es algo que a todos nos concierne, sin importar nuestra posición religiosa e ideológica. No hay mejor cine que el que nos pone a pensar, y "Ghost in the Shell" lo logra desde sus primeros momentos hasta su perfecto final.





Starship Troopers:



El director Paul Verhoeven presenta un caso único en la historia de Hollywood. Durante los inicios de su carrera en Europa el director se especializó en películas cuya temática francamente sexual era una metáfora y analogía de la condición mental de sus personajes. Su búsqueda por encontrar los límites de la sexualidad y la locura lo hicieron uno de los directores más apreciados por los seguidores del cine independiente europeo, tradicionalmente menos puritano que el norteamericano.
Pero cuando Verhoeven por fin fue "descubierto" por Hollywood, lejos de ser domesticado (como muchos otros) encontró un modo nuevo de empujar los límites de lo permitido, pero esta vez en un terreno más familiar para los norteamericanos: la violencia. El sexo lo dejaría para después, pues reconoció que desde ese momento se encontraba en un país que vive simultánemente en una de las sociedades más permisivas y más reprimidas del planeta.




Tanto "Robocop" como "Basic Instinct" fueron algo así como tímidas tentativas para probar cuánta violencia y cuanto sexo resistiría su nueva audiencia bajo la bandera de "entretenimiento"; ambas cintas tuvieron gran éxito comercial, pues este director no hace gratuito uso de esas herramientas; al contrario, las usa como fundamento de una buena historia, la cual respalda las extremas imágenes que vemos en la pantalla, de tal forma que la violencia o sexo no son meros distractores, sino vehículos para expresar un mensaje real. Desafortunadamente mucha gente es incapaz de ver más allá de las imágenes y como resultado piensan que Verhoeven es prácticamente un pornógrafo, aludiendo los peores instintos de la humanidad en aras de ganar dinero presentando producto del más bajo nivel. Es como rechazar o aceptar una carta basándose tan sólo en el sobre en que nos llega.
La continuación de la exploración de esos temas son, creo yo, "Showgirls" y "Starship Troopers", ambas fracasos en taquilla y muy maltratadas por la crítica. La causa es evidente: luego de entretener a miles de personas con el sexo y violencia moderados de "Basic Instinct" y "Robocop", Verhoeven se dió a la tarea de satirizar a la sociedad donde esas películas son consideradas como válido entretenimiento. Y el modo que utilizó para hacer patente la sátira fue incrementar los niveles de, claro, sexo y violencia. Tal vez el mensaje fué demasiado sutil o demasiado desvergonzado... el caso es que esas películas habían obviamente rebasado la tolerancia de quienes previamente alabaron al director como un visionario.
Sobre "Showgirls" ya hablaré en el futuro, espero. Por el momento enfoquémonos a "Starship Troopers". La película es una adaptación de la novela clásica de Robert Heinlein en la que se narra una guerra interplanetaria entre la humanidad y los bichos, una raza insectoide que habita un lejano planeta. La pelicula sigue estos hechos a través de los ojos de cuatro jóvenes recién salidos de la escuela que por distintas razones deciden enlistarse en el ejército. Carmen (Denise Richards) quiere ser piloto de naves espaciales; Carl (Neil Patrick Harris) tiene latente talento psíquico que en el ejército le enseñarán a controlar; Johnny (Casper van Dien) está enamorado de Carmen y se enlista para seguirla; y Dizzy está enamorada de Johnny, por lo que también decide enlistarse. La historia entonces se centra en Dizzy y Johnny, ambos colocados en infantería. Luego de su inmisericorde entrenamiento estalla la guerra y quedan destacados en un pelotón que enfrentará a los bichos en su planeta natal, presenciando escenas de horrible sufrimiento, tan sólo para verse traicionados por la incompetencia o artimañas de sus superiores. Al final nadie gana, pero parece haber esperanzas en favor de la humanidad.



Aparentemente "Starship Troopers" parecería ser una boba cinta de aventuras de ciencia ficción, pero es mucho más que eso. Verhoeven hace uso de cortas viñetas que representan noticieros y mensajes televisivos que con amplios trazos dibujan el estado de la sociedad y la ideología que la mantiene. La demagogia y el patriotismo son el plato del día, y con una sátira igualmente feroz y sutil, el director disecciona los vicios de Norteamérica y denuncia a su sociedad como un pueblo fácilmente susceptible al control mental; usando la combinación del espectro de la guerra y el seguro señuelo del patriotismo, toda sociedad, por progresista que sea, puede ser fácilmente manipulada para apegarse a aquello que convenga a sus dirigentes, ya sea en beneficio del pueblo o todo lo contrario.Hay que tomar en cuenta que Verhoeven sabe de lo que habla. Parte de su intención con "Starship Troopers" era mostrar a las nuevas generaciones los horrores de la guerra, que el director vivió de primera mano en la Segunda Guerra Mundial. Para hacer el mensaje más digerible y para satirizar tratando de ofender lo menos posible, se usó la historia futurista de la película, que a la vez denuncia la guerra como una actividad atroz y muestra a la sociedad que la apoya como hipócrita y egoísta.
Prefiero no continuar con el análisis, pues en retrospectiva y con el cinismo suficiente, "Starship Troopers" presenta una situación muy similar a la que hoy en día atraviesa Estados Unidos. Si todo lo que viene como resultado del ataque al World Trade Center es justificable o no, prefiero dejarlo en manos de alguien más avezado en política que yo. Lo único que puedo hacer es recomendar esta incomprendida película y sacar conclusiones propias; no hay que quedarse sólo con las violentas (y fantásticas) imágenes, sino poner la historia en el contexto global de la sociedad norteamericana. Verhoeven es un visionario, ciertamente... lo malo es que no todo el mundo entiende su mensaje, ni en términos de sátira ni como metáfora de la común demagogia que sufrimos los habitantes de los países "democráticos".



Sunday 13 April 2008

La Costa Brava en la sala Jane Birkin

"¿Quién hará esta música sonar, reflejo de la vanidad, cuando nadie quiera oírnos más?"

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¿Qué puedo decir de un acústico del -para mí- mejor grupo que hay en España hoy en día? Pues eso, que fue una delicia. Además, me volví con su último disco firmado (por Fran, que con la emoción se me olvidó pedírselo a Sergio).
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Recomiendo este grupo a todas las personas que no sean sordas (interpretando la sordera de todas las formas posibles).

Retratos del más allá


Últimamente ando un poco liadillo, pero no he podido resistirme a decir que la lengua de esta fantasma da de todo menos miedo (jeje).
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Y nada, que ahora mismo me voy a Filmaffinity a puntuar con un -merecidísimo- uno (no dejan poner ceros) al tostón infumable titulado Conoces a Joe Black, bodrio vomitado entre cuatrocientos millones de anuncios por Antena 3. Vaya basura.
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A mitad de la película se me ha ocurrido la idea de pillar un cronómetro y contabilizar todos los momentos en los que cualquier protagonista mirase en silencio a otro, sin música de acompañamiento ni ostias, con un par, pero me ha dado pereza levantarme a buscar uno. Si no sois tan vagos como yo y lleváis algún día a cabo mi idea, ya me contaréis.

Monday 7 April 2008

Recordando... La máscara II

Me he divertido mucho escribiendo esta crítica (mensaje especial para la gente no muy avispada: toda la crítica es un enorme coña; La máscara II es LO PEOR -y hablando de secuelas imposibles: acabo de conseguir American Psycho II -ya os contaré-).

De vuelta (pero no)


Me explico: hoy he vuelto a mi ciudad tras unos días de ¿merecido? relax (sea como sea, que me quiten lo "bailao"), pero eso no significa que vuelva 'intensamente' a Joel Loves Clementine -al menos de momento-. Tengo tantas cosas por hacer que ni con las manos de Gael abarcaría todo, así que este mes me limitaré a entradillas socorridas y ya está.
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Por cierto: Patrick Swayze, Anthony Minghella... y aún "peor": Charlton Heston y Arthur C. Clarke. Menuda racha.
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Y para terminar, soy lo peor. Mucho "nada de cine ni de Joel Loves Clementine" y mientras escribo estas líneas ya voy como loco tras Kiss Me Kick!...
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¡Nos vemos (o no)!