Thursday 21 August 2008

De Yu Sze, al Joker

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“¿Nada, ni un solo chiste siquiera para burlarte de tu propia mueca?”-Hamlet recriminando a Yorick, antiguo bufón del rey-.
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La coulrofobia existe. ¿Por qué? Podríamos, cada vez que nombramos la palabra “payaso”, imaginarnos a Miliki y sus canciones, a Ronald McDonald o, qué sé yo, al mítico clown Giuseppe Grimaldi o a Antonet. Se puede repetir este ejercicio mental una y otra vez, pero jamás lograremos eliminar por completo el hálito siniestro que, nos guste o no, siempre les ha acompañado. Un payaso es un hombre detrás de una máscara, y por tanto, falsedad y engaño. El clown representa además la subversión más pura, la chanza a cualquier precio. Su ética de la broma desbarajusta las convenciones y trae la carcajada, que no es más que un espasmo involuntario en la cara, la pérdida de la racionalidad que caracteriza al hombre. Bajo el bufón se esconde un falso estúpido, lobo bajo piel de cordero que, haciéndose el tonto, potencia las posibilidades de su astucia innata y alcanza con sus dardos cualquier objetivo. Y es que la historia de los bufones no se reduce a Grock, ni empieza con los augustos y los clowns. Su historia TERMINA aquí.
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¿Cuál es la verdadera naturaleza de los bufones? Hace unos cuatro mil años, en la antigua China, el bufón Yu Sze sirvió en la corte del emperador Chiiu Shih huang-ti. Fue uno de los primeros, y un gran privilegiado. ¿En qué consistía su privilegio? En poder burlarse del rey. Desde el principio, el payaso se contrapone al orden establecido y al poder. Es su naturaleza primigenia. Partiendo de una “débil” posición, y no sin astucia, está capacitado para poder desmoronar lo más sagrado y subvertir lo establecido. Se cuenta que para construir la muralla china fue necesario que muchas personas sacrificaran su vida. El emperador, no contento con esto, tuvo la idea de pintarla… pero el bufón Yu Sze se atrevió a sugerirle que no lo hiciera. El emperador cedió.
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“Lubyet”, “P´rang”, y llegamos hasta hace 2000 años, en Grecia, donde los payasos aparecían en los intermedios o al final de las obras teatrales romanas, interpretando su propia versión cómica de la obra. El bufón, por tanto, desmitifica desde sus comienzos la tragedia, se ríe del destino y la muerte y de la solemnidad de los hombres. El payaso inventa el nihilismo mucho antes de que se creara una palabra que definiera esa filosofía vital absurda y caótica tan a ras de suelo. Homero nos habla, por ejemplo, de Tersites, que divertía a los guerreros griegos en las retaguardias de las áreas de combate… Sí: los payasos antecedieron al mismísimo Homero.
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En Roma se aficionan al bufón deforme, enano y/o jorobado. Un bufón también es por tanto, desde los primeros tiempos, alguien alejado de lo “normal”.
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Con la llegada del cristianismo desaparecen los teatros, y los payasos se ven obligados a errar por las plazas y mercados de los diferentes países europeos, convirtiéndose en seres nómadas. El bufón es un apátrida recalcitrante, ser sin hogar ni origen, ni tampoco expectativas de futuro o estabilidad. El payaso vaga por la vida experimentando cada segundo como si fuera el último.
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En los mercados, el bufón se transforma. Acaba regresando al lado de los poderosos tras su descenso a las calles. Tras tanta subida y bajada, el payaso ya no está ni arriba, ni abajo; él no pertenece al que manda, ni se identifica con el mandado; el payaso es un microcosmos cerrado contra el que choca una realidad que no le hiere. Los bufones "tontos" llegan a las cortes de la Edad Media, y con su astucia ejecutan un papel principalmente socarrón. Sin embargo, entre los placeres de la vida palaciega empiezan a olvidar sus auténticos orígenes. Durante los siglos XVI y XVII, se hace célebre la comedia del arte; en ella los personajes eran siempre los mismos y sólo variaban los argumentos, que generalmente eran construidos por parlamentos inventados sobre la marcha, improvisando, por los mismos personajes de acuerdo con su carácter. La base de un buen bufón es la improvisación, el eterno as en la manga. Con el tiempo el uso de un disfraz permanente hace que los bufones sean identificados por el público con suma facilidad: al fin ha aparecido una indumentaria que les hace destacar frente al resto de la humanidad, mas, por el contrario, es un atuendo fruto de eternas repeticiones escénicas que han borrado el rastro de lo que un día fueron.
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Es en esta nueva farsa donde aparece Arlequín, Brighella, Polichinela y más tarde Pierrot, triste y de cara blanca, que influirá de manera decisiva en la conformación del payaso moderno, en ese Miliki que recordamos al pensar en la palabra “payaso” olvidando así todo su pasado. El payaso moderno, clown (el que sigue la senda de Pierrot-ganador-) o augusto (el que sigue la de Arlequín -perdedor-), se asienta definitivamente con la desaparición de la comedia del arte y la ascensión del circo moderno.
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Por suerte, su esencia caótica, su perfil anárquico, ha sobrevivido hasta nuestros días. El payaso todavía conserva, bajo esa nariz roja y ese pelo fosforescente, un toque siniestro que nos asusta y a la vez subyuga y atrae.
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En Méjico tienen a Brozo (que se ríe ya con su nombre del mítico Bozo), payaso “indigente, decadente, crítico, libidinoso, alburero y misógino”. Más conocidos para todos son Pennywise, Krusty, Shawn "Clown" Crahan o más recientemente, al gran capitán Spaulding. Y por supuesto está el Joker, en sus múltiples aristas, y por encima de todos el Joker de Nolan, el Joker de Ledger y el Joker de Alan Moore, un mismo payaso que recupera el legado de sus antepasados y lo magnifica. No soy un gran entendido del Joker a nivel “cómic”, y por tanto no puedo decir si la visión de Tim Burton estaba más cercana al original que la de Christopher Nolan, pero me huele que ese díptico tan sobrevalorado como la interpretación que Nicholson hace del Joker están más cercanos a César Romero y la famosa serie televisiva que al verdadero payaso. Y si me equivoco, no me importa. Ni voy a discutir esto, ni tampoco quiero analizar en esta entrada El caballero oscuro, la magnífica cinta de Nolan en la que sólo chirrían estrepitosamente SPOILER ese par de barcos que no explotan FIN DEL SPOILER. Si he querido escribir estas líneas es para rendir un homenaje a ese siniestro bufón interpretado por Heath Ledger, que dignifica, recupera y a la vez trasciende la plétora de significados que engloba la, no ya palabra, sino -me atrevería a decir- “filosofía” payasa.
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Ledger encarna a un Joker que es un brillante psicópata con tendencias al sadismo y un extraño sentido del humor de intenciones claramente patafísicas, payaso que atormenta a gente inocente y adora la muerte por el simple placer demente de matar; es un patriarca de la anarquía, dadaísta del crimen que esconde profundos problemas psicológicos no resueltos tras su tenebrosa y bufonesca sonrisa. El bufón representa el caos y la locura en contraposición al orden, la seguridad y la justicia que intenta encarnar Batman. Frente a lo “normal”, a lo establecido, al poder… emerge el Joker (no obstante, los paralelismos existentes entre Batman y él hacen dudar de las verdaderas diferencias entre uno y el otro).
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El Joker es el paradigma del hombre absurdo de Camus cuesta abajo y sin frenos; es un existencialista hastiado de la indeterminación y de las tesis reconciliadoras. Es un bohemio de la locura, un revolucionario decadente sin ningún plan tras la masacre y la anarquía anhelada. El Joker es, en definitiva, un Dios destructor. Es un Demonio.
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Éste Joker también recupera el significado del payaso (o loco) según el tarot: (Fuente: Wikipedia) “un joven que combina sabiduría e insensatez, que hace las cosas al tuntún y a la vez las hace bien. El Loco va perdido y sin rumbo. Se trata de una criatura que parece no vivir en la realidad; una criatura a quien nadie toma en serio y que vaga de un lado a otro sin saber que busca, ni adónde quiere llegar. El Loco o El Bufón es el símbolo de la anarquía que reina en el nanocosmos. Él cree en el azar como único factor que sobresale y es respetado. La carta del loco es la primera del tarot de Marsella, pero lleva el número cero, lo cual de algún modo le permite situarse fuera de la secuencia real. El número cero parece así bailar entre los opuestos (alfa-omega, hombres-dioses). Es un arquetipo itinerante que deriva por el alma como un nómada. Representa, por tanto, un principio de movimiento instintivo, "loco", opuesto a todo sedentarismo de la conciencia, a toda acomodación del ego. Es en definitiva una figura que empuja hacia la vida de modo espontáneo, saltándose las protecciones conscientes y conservadoras. El loco se encuentra cercano a la materia prima o caos originario y, como atestigua su vestimenta multicolor, vive próximo al carácter festivo y carnaval. El Loco es carencia de sentido común. Fuerza de voluntad y destreza. El espíritu en busca de experiencia. Audacia, extravagancia. Negligencia, poca reflexión. Desorientación, inmadurez, desequilibrio. Ligereza. Indiscreción y superficialidad. Locura. Desborde psíquico y/o emocional”.
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Dentro de su irracionalidad, el Joker es consecuente con su “filosofía”. Igual que Batman con la suya. Pero visto desde fuera, como un espectador de la tragedia, ese bufón descarriado y demencial parece estar más cerca de conocer la verdadera naturaleza del ser humano. Ante el caos, poco puede hacer el orden. El héroe muere o se transforma en villano. Sí: es muy difícil ser grande y vivir una larga vida sin dar un solo paso en falso.
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SPOILER El reloj alcanza la hora señalada y ninguno de los barcos explota. Nolan decide recordarnos que estamos ante un cómic, decide rebelarse contra los planes del Joker. Pero todos sabemos que ahí ha faltado un gran y esperado estruendo. Todos sabemos que nos han mentido, que nos hemos mentido. Batman cree en la necesidad de la mentira para mantener la “cordura”. Parece que Nolan también FIN DEL SPOILER.


"Tras el reciente ataque del Joker, la comunidad payasa ha visto reducidas drásticamente sus libertades en Gotham City"
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1 comment:

  1. Como veis ya he encontrado palabras para El caballero oscuro:-)

    Y creo que al fin entiendo mi fascinación por el Joker.

    El payaso es muy similar a un artista, artista del mal, pero artista, mientras que Batman se asemeja más a un funcionario.

    Batman es como la presa que intenta contener a un río-Joker que se desborda por todos los lados.

    Y mientras uno vive obsesionado con el control, el otro disfruta la ausencia de él. El Joker parece más vivo. Odia el mundo y la vida, pero precisamente eso hace que la disfrute.

    Me callo ya.

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