Tuesday 11 September 2007

La lengua popular (nuevo disco de Andrés Calamaro), hoy ya a la venta


Hoy, tras varias entrevistas y escuchas impacientes, ha salido a las calles el nuevo regalo de Andrés Calamaro a sus salmones, La lengua popular. A quien le guste la música, y más concretamente la buena, se lo recomiendo (no es El salmón, ni es Honestidad brutal, pero es por fin el propio Andrés, con repertorio propio y sin guías innecesarios. Un digno sucesor para sus congéneres):

“Dicen que para reír, no hace falta mirar atrás,
y esta vez, para mí, tienen razón.
Qué subidón, qué momento ideal,
encontré la mitad del amor”.




“El poeta fértil abre la puerta y entra y se acuesta y se duerme y sueña. Sueña -mecido por el arrullo de una sierra eléctrica- no en blanco y negro sino en colores.
Y no en colores que todos conocemos sino en las tonalidades propias que tienen las canciones.
Y no las canciones de cualquiera o cualquier canción, sino las canciones que lame y besa y jura y seduce y dice la verdad (y nada más que la verdad) y miente (pero con sinceridad y cuando no queda otra opción) y sonría entre dientes y labios. La lengua popular.
¿Y cómo es la lengua popular? ¿Cómo describirla?
No es fácil, pero es posible.
Y, muy de vez en cuando, como aquí y ahora, hasta se la puede ver, oyéndola, a lo largo y ancho de doce colores.
Doce colores carnavalescos donde bailan los amigos muertos con las musas reencontradas y los minibares ofrecen corazones y espumosos gin-tonics orilleros. Y después -sexy y barrigón, luego por darse una vuelta por los comederos del afuera- se experimenta el humilde orgullo y el valeroso miedo de volver a casa, de tener un lugar donde regresar. Y saberse, en el cielo y en el suelo, feliz prisionero de cada una de las cosas que representa la mitad de ese amor ajeno que completa y complementa a la otra mitad: la del amor propio.
Es, claro, un buen sueño. Un sueño realizado.
El sueño del salmón que ha regresado al punto de partida luego de haber dado la vuelta al mundo.
Con extrema limpieza y con sinceridad bestial -por fin, regocijémonos- aquel “nadie sale vivo de aquí” se transforma y muta, tantos años después, por fin, en un “todos entran vivos acá”.
Y, por supuesto, cuando el poeta fértil despertó, la lengua popular todavía estaba allí”.


Rodrigo Fresán (el dibujillo es mío -y la idea de Liniers-)



PD: ¿Y a qué se debe ésta mutación de Calamaro hacia el reposo y el más acá? Sin duda, los años; la reflexión; las cicatrices… y sobretodo, esta mujer; Julieta Cardinali, su Julieta.

1 comment:

  1. Calamaro, Ledoyen, Portman... me va gustando tu blog, eh?

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