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Aprovechando la historia de la inglesita Cheryl Tunney dedicaré unas líneas a Los sexoadictos:-), y ya puestos a John Waters, mítico director de dicha cinta.
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A mí John Waters, aunque sólo sea por Pink Flamingos (¿desde qué punto de vista se puede criticar a un film que pretende ser desde el comienzo "un atentado contra el buen gusto"?), me parece un director de cine necesario. Pero si no lo hace "la música", el tiempo y los pedestales acaban amansando a cualquier fiera, por brava que sea.
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Los sexoadictos pierde -y mucho- por esta inevitable "relajación". Como ya he dicho otras veces, esta película es 100% puro John Waters, pero un Waters cuesta abajo y sin frenos, asimilado por el sistema, manso, viejo, domado... ¿No resulta extraño que en una película cuyo tema central sea la perversión y la necesidad compulsiva de cópula multitudinaria no se pueda ver ni un solo pezón? Si hasta Janet tuvo más agallas...
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Creo que, siendo consecuentes, Los sexoadictos debería haber mantenido un estilo semipornográfico, quizás rozando los límites de cintas como Fóllame, película que detesto pero que al menos se atrevió a tirarse al vacío de verdad, sin paracaídas.
Nos queda al menos el pixelado -pero pobre y falso, como toda la cinta- consuelo tetón de una Selma Blair que se sale -por salida- más que nunca (en lo que a glándulas mamarias se refiere, impecable) y el escalofrío de pensar que algo tan ligth como esta payasada tuviese problemas de censura en los Estados Unidos.
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¡Ah! Y respecto a las interpretaciones seguro que algún subnormal ve ecos del expresionismo mudo alemán caligariano... gilipollas hay en todas partes. Pero lo cierto es que todas las actuaciones son vergonzosas, y más excesivas que los ya comentados pechos de Selma. Por eso he incluido a esta entrada en la sección de "Sobreactores". ¿Por quién? Por todos y cada uno de los ¿intérpretes? que aparecen en la cinta.
PD: Ya que hablamos de guarradas, hablemos de guarradas "de verdad". Mis últimos y gozosos descubrimientos han sido La noce blanche (con una Vanessa Paradis que genera ríos de baba en tu boca), del pervertido Jean-Claude Brisseau, la obra de Walerian Borowczyk y la impactante Une vraie jeune fille, de una tal Catherine Breillat de la que -todavía- no sé demasiado. De La pequeña mejor ni hablo, porque merece una entrada aparte (IMPRESIONANTE Brooke Shields).
Todas estas películas están disponibles aquí (y por supuesto, os las recomiendo).

Waters para mi fue un descubrimiento excéntrico, imprescindible en mis gustos fílmicos. Ahora quizá lo veo con otros ojos que hace 10 años. En buena hora que lo aprecies!
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