Wednesday 21 May 2008

Más allá de todo: el cine de la transgresión

"Antes del de Raimi, Zedd filmó un beso semejante"
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Un texto de Gonzalo Curbelo.
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Durante los ochenta, en plena era de Reagan, los yuppies, la adicción al trabajo, el nacionalismo belicista, Michael Jackson, Secretaria ejecutiva e intolerancias en general, parte de el arte norteamericano deambuló por caminos lejanos a los medios y la cultura oficial, radicalizándose en las pequeñas libertades de sus reducidos circuitos alternativos.

Así como musicalmente el hardcore y el hip-hop exponían las miserias del sueño americano conservador mediante fórmulas sonoras novedosas y escritores como Bret Easton Ellis y Dennis Cooper tanteaban los límites de la libertad de palabra, un reducido grupo de cineastas radicados en su mayoría en el Lower East Side, el en ese entonces peligroso barrio bohemio de Nueva York, decidían arremeter con todas sus fuerzas contra todas las convenciones, tanto académicas como morales del cine, y hacer escandalizar a cuanto espectador se pusiese frente a una de sus películas.

El resultado fue una serie de obras destinadas a horrorizar, asombrar, asquear, excitar y fascinar, es decir, a tratar de conmover al espectador por todos los medios. Mientras el mundo sonreía al compás de la perfecta dentadura de Tom Cruise y las películas de Luis Buñuel se convertían en atracciones de museos e instituciones en contra de las cuales fueron filmadas, personajes como Nick Zedd, Richard Kern y Tommy Turner hacían borrosa la frontera entre arte y vida real y volvían sus cámaras hacia el lado feo de Estados Unidos, consiguiendo una serie de provocativas estampas del infierno que irradiaban maldad, violencia y belleza ocasional, en un cine que pretendía ir más allá de todas las fronteras establecidas por la sociedad.
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Una mujer, interpretada por un hombre, pega una imagen de Cristo en la pared de un baño, luego se desviste y se introduce en la bañera, donde se corta las venas. Luego llega su novio, quién entra en el baño para usar el inodoro, sin percatarse de la presencia del cadáver. Después de defecar y al no encontrar papel higiénico se limpia con la imagen de Cristo. Con los pantalones aún bajos descubre el cuerpo de su novia en la bañera y procede a practicar una fellatio con la boca de la muerta hasta eyacular. Fin.
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Este es, a grandes rasgos, el argumento de Thrust in Me (Introduce en mí), colaboración entre Nick Zedd (quien interpreta a la mujer exceptuando la escena del desnudo) y Richard Kern, y forma parte de la colección de historias cortas The Manhattan Love Suicides (Los suicidios de amor de Manhattan, 1984) de Kern, una de las obras fundamentales de lo que ha venido a denominarse como "Cine de la Transgresión" y que se trata básicamente de una serie de obras realizadas por un grupo de cineastas neoyorquinos durante los años ochenta, producidas con medios irrisorios y exhibidas de forma subterránea.

Fácilmente atacable tanto por sus aspectos técnicos y por su deliberada intención de provocar, el Cine de la Transgresión hizo de estos defectos sus rasgos distintivos, convirtiéndose en un equivalente visual de lo más radical del punk-rock, con el que se relaciona directamente, a la vez que continuaba la provocativa tradición del cine underground norteamericano, en particular las obras de Jack Smith, Kenneth Anger, Andy Warhol y John Waters, condimentándolo con un mucho mayor grado de obsesión por el sexo y la muerte.
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Surgido inmediatamente después del movimiento conocido como No Wave, corriente musical neoyorquina que se caracterizaba por su extremo nihilismo y la deliberada fealdad de su música, el Cine de la Transgresión se nutrió con integrantes de la No Wave como Lydia Lunch y se mantuvo fuertemente relacionado con las bandas subterráneas del Nueva York de los ochenta, en particular de las bandas del Lower East Side, que conformarían movimientos más o menos definidos como el Scum Rock o el Noise.

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La relación con el rock es esencial para entender los trabajos de estos cineastas, en su mayoría cortometrajes en blanco y negro, en los que en muchas ocasiones se limitan a retratar personajes inverosímiles de la escena rockera del Downtown neoyorquino, y que utiliza recursos en ocasiones emparentados con el video-clip, sólo que con intenciones estéticas radicalmente diferentes a las del material que se ve habitualmente en MTV (no obstante lo cual Richard Kern ha dirigido varios video-clips exhibidos en MTV, incluyendo algún trabajo para ese payaso provocador profesional que es Marilyn Manson).

El Cine de la Transgresión es también, y a pesar de nacer en una de las ciudades más ricas del planeta, un cine de la pobreza en el que las extremas dificultades de exhibición, lo poco redituable de las pocas conseguidas y la ausencia absoluta de auspicios y subvenciones han hecho que la financiación de los mismos dependa de sus propios autores o de sus amigos, utilizando película robada o encontrada, en ocasiones rollos solarizados y descartados o filmaciones documentales perdidas y utilizadas a modo de samplers dentro de nuevos contextos, y filmando con actores no profesionales (generalmente ni siquiera actores).

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Rechazadas por la casi totalidad de las salas de proyección, incluyendo a las orientadas hacia el cine arte, estas obras terminaron siendo proyectadas en discotecas, salas de conciertos e inclusive lugares públicos, en arriesgadas exhibiciones ilegales. A pesar de todas estas limitaciones y dificultades, el Cine de la Transgresión logró la suficiente trascendencia como para convertir sus películas en objetos de culto y provocar la edición de varios estudios relacionados con el tema, que han convertido a sus figuras más emergentes (Zedd, Kern) en autores reconocidos, aunque no especialmente populares, que han dejado una perdurable influencia en el cine secreto de Estados Unidos de los noventa.

Ideólogo básico y fundador del Cine de la Transgresión, Nick Zedd es un personaje tan extraño como su obra. Nacido en Washington D.C., Zedd tuvo una adolescencia solitaria y aparentemente trastornada por el descubrimiento del dadaísmo y el surrealismo, y por una temprana experiencia con LSD.

Después de filmar algunos cortos en Super 8, Zedd se mudó a la ciudad de Nueva York, donde estudió arte y llevó una vida errática y bohemia, relacionándose con los circuitos cinematográficos subterráneos y llegando a conocer a Jack Smith, el legendario autor de Flaming Creatures (Criaturas flameantes). Su primer filme, They Eat Scum (Ellos comen basura, 1979), llamó la atención con una historia delirante sobre rockeros en un mundo post-apocalipsis.

La película incluía varias escenas de canibalismo, bestialismo y crueldad general que la emparentaba con el polémico cine que Scott y Beth B. estaban realizando en esa época, pero, además de hacer un hincapié mayor en los elementos polémicos, la película exhudaba un nihilismo y un humor totalmente distintos a la velada corrección política de Beth B.

Su segunda obra The Bogus Man (El hombre falso,1980) sí tenía elementos políticos más definidos en un argumento confuso sobre el secuestro y clonación del presidente de los Estados Unidos. Esa trama básica se veía interrumpida periódicamente por la aparición de una mujer gorda desnuda (en realidad un disfraz que los espectadores descubren luego de algunas apariciones) bailando frente a una bandera norteamericana.
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Dicho personaje, en un rasgo de humor autorreferente de Zedd, repetía constantemente la frase "¿por qué mis ojos tienen que ver esto?", algo que se repetiría en su obra siguiente Geek Maggot Bingo (1983), en la que hacía decir al tambaleante punk-rocker Richard Hell en medio de un decorado pintado a mano sobre cartones: "¿Qué tal algo de director Nick?" y advertía a mediados del filme: "Váyanse ahora, esto no va a mejorar".

Las siguientes películas de Zedd muestran una variedad de intereses, abandonando progresivamente la narración lineal, incluyendo obras como Kiss Me Goodbye (Bésame de despedida, 1986), un corto sobre un beso que se va convirtiendo en un estrangulamiento; la ya mencionada Thrust in Me y la semi-pornográfica Whoregasm (Putasmo,1988), filmada en algunos segmentos con un rollo de película solarizada encontrado en un tacho de basura.

También filmó tres obras que son esenciales para entender la estética del Cine de la Transgresión y la complicada mente de Nick Zedd: Police State (1988) es básicamente y como su nombre (Estado policial) lo indica una violenta crítica a la policía y a las instituciones represivas en general, que cuenta la detención y posterior tortura y mutilación de un joven en una comisaría, en un acto de crueldad gratuita narrada en forma lineal e interpretada por el propio Zedd. La notable secuencia inicial, en la que una mano anónima escribe el título de la película sobre la parte posterior de una patrulla policial, fue filmada disimuladamente frente a una comisaría y un error de cámara significó que dos autos policiales patrullaran ese día con dicha frase escrita en sus carrocerías.
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War is Menstrual Envy (La guerra es envidia menstrual, 1992) es la obra más ambiciosa de Zedd y prescinde deliberadamente de diálogos para acumular una serie de imágenes chocantes o estilizadas de extraños personajes evolucionando sobre un fondo musical de hip-hop y noise.

La película utilizaba varios freaks auténticos como un hombre con el cuerpo y el rostro lleno de horribles quemaduras y otro tatuado de pies a cabeza, y debía ser proyectada en dos pantallas simultáneas, al estilo del Chelsea Girls (1968) de Andy Warhol. Sin embargo, posiblemente la más reveladora de las películas de Zedd sea The Wild World of Lydia Lunch (El salvaje mundo de Lydia Lunch, 1983), que es básicamente un documental de un viaje realizado por el cineasta con su entonces pareja, la cantante y performer Lydia Lunch, y que registra el auténtico deterioro de la relación, culminando con un mensaje telefónico de Lunch que fue utilizado sin el consentimiento de la misma.

Con actos como éste, sumados a su intención de subsistir en forma parasitaria de sus relaciones, no es de sorprender que Zedd sea un personaje poco popular en algunos circuitos neoyorquinos. Imposibilitado económicamente de realizar una nueva película, Zedd escribió una autobiografía, Bleed (Sangra) que presentó en una escandalosa conferencia de prensa en la que varias personas se presentaron para reclamarle cuentas pendientes.

Desde entonces se encuentra inmerso en varios proyectos aún no concretados por los mencionados problemas económicos y realizando giras de exhibición de sus películas por Europa, giras que más de una vez han terminado con su detención y el secuestro de sus filmes, excesivamente fuertes incluso para el liberal pensamiento europeo.

Posiblemente el cineasta underground más célebre de la actualidad, Richard Kern es, a pesar del lapsus que significó su período de adicción a la heroína, un autor más prolífico que Zedd y aún más provocador, habiendo conformado una nutrida obra en la que la voluntad de escandalizar y chocar al espectador está siempre presente. Kern, punk-rocker fracasado, comenzó su carrera como cineasta con Goodbye 42 Street (Adiós a la calle 42, 1983), una fantasía sobre las trastiendas de las casas de pornografía ubicadas en la calle 42, a lo que siguió con un par de cortos sobre heroinómanos inyectándose y vomitando a causa de la droga.

Conectado con Zedd y con su entorno, fue elegido por Lydia Lunch para dirigir The Right Side of my Brain (El lado derecho de mi cerebro, 1984), en la que la performer exponía verbal y físicamente su particular vida sexual acompañada por personajes que incluían a Henry Rollins, cantante de Black Flag, y al propio Kern.

Tras este film, Kern realizó una de sus obras más conocidas y tal vez la más emblemática del Cine de la Transgresión, la ya mencionada The Manhattan Love Suicides. La película consistía de cuatro cortos referentes a violentas relaciones sentimentales, entre los cuales, además de su Thrust in Me, su colaboración con Zedd, se contaban I Hate You Now (Te odio ahora), un violentísimo mini-drama sobre asesinato y auto-desfiguramiento protagonizado por el también cineasta transgresor Tommy Turner y Stray Dogs (Perros vagabundos), protagonizada por el artista plástico David Wojnarowicz que cuenta la historia de un homosexual enamorado de un pintor que sigue al objeto de su deseo hasta su casa y, ante el rechazo del mismo, se hace pedazos literalmente ante la mirada sonriente del pintor que utiliza la escena para comenzar un dibujo.

La película se completaba con Woman at the Wheel (Mujer al volante), también repleta de sexo y muerte, esta vez en clave automovilísitica. A partir de The Manhattan Love Suicides, Kern produjo una serie de películas orientadas a shockear al espectador de forma explícita: You Killed Me First (Ustedes me mataron primero, 1985) presentaba a la actriz-icono del Cine de la Transgresión, una joven de aspecto extraño y personalidad próxima a la locura llamada Lung Leg, personificando a una adolescente que tras haber sido quemados sus dibujos por su madre, asesina en forma cruel a toda su familia.

Submit to Me (Sométete a mí, 1985) y Submit to Me Now (Sométete a mí ahora, 1987) parecen confirmar la tésis sostenida por Mike Hostench en su libro Pantalla de sangre de que Kern no siempre busca la provocación deliberada y que muchas veces se limita a retratar a su entorno del Lower East Side, entorno por demás decadente para la óptica media.
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Estos dos filmes no-narrativos muestran una serie de actos sexuales y performances sado-masoquistas, intercalados con escenas de sobredosis, suicidios y muerte en general. La desaparición del argumento o trama en estas películas lleva un paso más allá lo expuesto por Kern de la siguiente forma: "Yo tomo lo que me interesa de las películas y lo pongo en un formato más corto para no aburrirme. Lo que le interesa al público americano es el sexo, la violencia y el lado sórdido de la vida".

Fingered (Dedeada,1986) es tal vez su obra más conocida y es una nueva colaboración con Lydia Lunch, y que narra una tormentosa relación de una pareja de viajeros que culminan violando y asesinando en una auto-estopista. El lenguaje de la película es de un grado de obscenidad tal que en una universidad un grupo de amigos realizaba "Fingered-parties" consistentes en ver el film y tomar un trago de cerveza cada vez que se pronunciaba la palabra "fuck", terminando la exhibición absolutamente borrachos.

En The King of Sex (El Rey del Sexo, 1987) hizo transvestirse nuevamente a Nick Zedd para narrar una fantasía sexual sin demasiado interés pero bastante porno. Simultáneamente a estas películas, Kern filmó videos para grupos neoyorquinos como Cop Shoot Cop o los siempre atentos Sonic Youth, a los que hizo personificar al Clan Manson para ilustrar su canción 'Death Valley 69' y participó en alarmantes performances en las cuales simulaba asesinar a un miembro del público durante conciertos de Lydia Lunch.
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Después de un período calamitoso en lo personal en el que Kern deambuló por San Francisco adicto a las drogas pesadas y en compañía de todo tipo de criminales, el director volvió a filmar, tras una difícil desintoxicación, optando por cortos menos violentamente explícitos y más estilizados como X= Y (1990), que consistía esencialmente de una serie de mujeres hermosas jugando con armas de fuego o Nazi (1991), strip-tease de una bella bailarina vestida de S.S. que culmina saludando a la usanza nazi a la bandera norteamericana.
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También comenzó a ser reconocido como fotógrafo, medio al cual dedica actualmente la mayor parte de su tiempo. Sin embargo sus últimas obras conocidas, My Nightmare (Mi pesadilla, 1992) y Sewing Circle (Círculo de costura, 1992), demuestraban que a pesar de las desintoxicaciones y cambios de vida los demonios de Kern seguían latentes: My Nightmare presenta a Kern masturbándose y fantaseando sobre una modelo y Sewing Circle es básicamente una filmación de la performer Kembra Pfahler haciéndose coser los labios de su vagina.

Otros transgresores
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Dentro de un número considerable pero no excesivamente elevado de directores seguidores de la estética del Cine de la Transgresión, destacan los nombres de Tommy Turner, Casandra Stark Mele y Tessa Hughes-Freeland.
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Tommy Turner, amigo de Nick Zedd y Richard Kern, ha producido una pequeña cantidad de obras en solitario o en colaboración, entre las que se destacan la nunca estrenada Where Evil Dwells (Dónde yace el mal, 1985), basada en un horripilante caso real sobre un adolescente que asesinó a un compañero de clase en el transcurso de un ritual satanista, y Rat Trap (Trampa de ratas, 1986), que describe en forma paralela la vida de un drogadicto y la disección de una rata.

Casandra Stark Mele es una especie de equivalente femenino (y feminista) de Nick Zedd y ha producido un par de películas, entre las que se cuenta We are not to blame (No nos culpen, 1989), que cuenta una historia de locura y muerte protagonizada por dos hermanas que mereció reconocimiento incluso fuera de los circuitos transgresores y que fue re-editada en forma drástica por su autora después del estreno, haciendo desaparecer a todos los personajes masculinos.

Tessa Hughes-Freeman es una directora inglesa ligada tardíamente con el Cine de la Transgresión pero con ambiciones estéticas más elaboradas que no impiden la aparición de escenas impactantes en sus películas Dirty (Sucia, 1992), historia de una borracha que pierde el control de sus funciones intestinales y termina conversando sobre el concepto de lo desagradable con un botones, y Nymphomania (1994), fábula mitológico-transgresora sobre una ninfa que es violada por un fauno descomunal.
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También se podría hablar de artistas y colaboradores ocasionales como Lydia Lunch, David Wojnarowicz o el brutal performer Joe Coleman (un artista educadísimo y culto que ha devorado ratas vivas durante sus performances) o de varias bandas musicales que formaron parte del entorno creativo de este cine que, si bien ha ido desapareciendo al desvanecerse su impacto original, continúa desarrollándose de la mano de nuevos autores en los circuitos alternativos de Nueva York.

Gran parte de las obras del Cine de la Transgresión pueden parecer, apenas quince años después de su realización, como infantiles y obsoletas en sus recursos para escandalizar, pero prevalecen como registro de una mentalidad combativa y nihilista que reaccionó contra todo lo establecido y pueden rastrearse vestigios de su influencia en obras de cineastas actuales reconocidos como Danny Boyle y Lars Von Triers (no en Rompiendo las olas, evidentemente).
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Los cineastas de la transgresión no tuvieron la oportunidad de ser domesticados y asimilados por el sistema porque la pobre distribución de su películas, difíciles de conseguir inclusive en Nueva York, y la radicalidad de las mismas hizo que Hollywood no demostrara el más mínimo interés en sus realizadores, de los cuales tan sólo Richard Kern parece haber logrado una cierta trascendencia artística.

El Cine de la Transgresión le devolvió significado a una palabra (transgresión) que se había convertido en una etiqueta de marketing, llevándola tal vez demasiado lejos pero ampliando a la vez el alcance del concepto de libertad creativa y vital. Y pensar que en el Río de la Plata todavía relacionamos a la palabra "transgresor" con Marcelo Tinelli.
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Otro texto interesante sobre el tema, aquí.

1 comment:

  1. Para ver más trabajos de este movimiento (y de otros muchos creadores interesantes):

    http://www.ubu.com/film/index.html

    (buscar el apartado Cine de la transgresión, Tessa Hughes o similar)

    Otra dirección interesante con DD (descarga directa):

    http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/906021/Cinema-of-Transgression-en-DD-(1ra-parte).html

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