Tuesday 18 March 2008

XI CONCURSO DE RELATOS BREVES SAN VICENTE FERRER (Zaragoza): Crimen y castigo

Viendo los resultados del año pasado -y tras la decepción de Réquiem por un chef-, he decidido volver a participar en el concurso de relatos breves del patrón de mi facultad. A continuación, os dejo el texto íntegro:
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-Crimen y castigo-
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…“si merecerá la pena”… Luz. Qué hace aquí esta botella tumbada y vacía sobre la almohada, tan horizontal, como burlándose… y esa músi… ¿Nacho Vegas? (sí, Nacho Vegas: Seronda) Mmm…
…”probaré a morir un poco y volveré”… ¿cuánto lleva sonando Actos inexplicables? ¿Lo puse yo? Zapatos sin quitar; sequedad en la boca (más bien, aridez); turbamulta mental… maldita resaca fruto de la tempestad que viví anoche (¿la viví? ¿Qué pasó realmente? Lo sabes. En el fondo lo sabes).

¡Oh vodka! Ebrio centeno fermentado, fábrica de sueños destilados, agüita fresca del manantial de un nuevo Baco… ¡qué bien extiendes tu semidionisiaco don a todos tus fieles! Más o menos, mejor o peor, pero siempre. Basta de bromas. ¿Y esa mancha en la camisa? (vómito. ¿Mío? Seguro). Ebriedad alcohólica, pedo, borrachera… un morir al fin de al cabo, un dulce morir que incluye un seguro de resurrección postrero, un allende prometido normalmente acompañado de resaca, de esta maldita resaca. Pero siempre (aunque algún día, quizás)… ¿siempre? Lógico y normal tener cierto miedo, cierta vaga incertidumbre; y también esperanza, claro, excusa/asidero que me seda (a mí y a todos, desde que ella abrió la caja).

Bendita sea esta codiciada resurrección envuelta en vómito, en vaciado interno y externo, en reseteo y empezar de cero y borrón y cuenta nueva. Un bucle eterno de cuentas nuevas: cada fin de semana, alguna que otra anónima tarde como sin querer… Demasiadas veces. Noches alegres, mañanas tristes... soy un Cristo recurrente, Mesías pánico redepositado cada cierto tiempo sobre la tierra; vacío y envuelto en náuseas y orines …“condenado a no cambiar”… bajaré la persiana. Maldita claridad, maldita luz.

Rituales de muerte colectivos e individuales en mitad de una época de aviones, de ordenadores, de reproductores de mp-3. Puede sonar suicida y triste. Lo es. Novio del olvido dijo Calamaro …“volveré a las noches sin dormir”… palabras, tan solo palabras: el triste lamento de un borracho.

La vida es sueño, sobretodo la ebria (Calderón bebido, ¡qué imagen!). Caricias. Sí, eso lo recuerdo. ¿Ella? La novia de… buf, olvidemos de momento los jirones rotos, todos estos flashes engañosos. Deja la mente en blanco. Eso es, una larga pared inmaculada, de yeso fresco... ¡no, no! ¡Deja de pensar que estás pensando en una pared blanca! Sólo quieres dejar la mente vacía… ¿por qué es tan difícil? ¡Deja de pensar que quieres dejar de pensar que…! Basta (mi único nirvana siempre fue -y será- etílico).

Tras beber suelo soñar con extrañas historias que se religan y hacinan entre los confusos destellos de una posible realidad (realidad que desconozco). No te alarmes …"a las noches sin pensar”… Los demás siempre ayudan, te cuentan anécdotas de cosas que hiciste y que desconoces, existencia propia que olvidaste, que más bien ni llegaste a vivir.
¿Qué fui allí, en esa vida ignorada? ¿Un chamán en contacto con su Dios interno?; ¿mi ser oriundo y salvaje?; ¿el ello desbocado? Yo es otro más que nunca, confusa niña que sueña que observa un viejo reflejo de su espejito …“las noches sin sentir”…

Mientras sueño mis sueños, sus protagonistas son, de alguna manera. Sólo para mí, pero son. Y me despierto y descubro que anoche fui, pero sólo para los demás …”una vez más”… ¿en qué me convierte eso? Casi en ser soñado (¿Y quién me soñó?), personaje de ensueño que fue para los demás sin darse cuenta de que estaba siendo… ¿de verdad fue ella? ¿Yo y ella? No, yo no. No era yo. Oh, dios mío. Apagaré la música (Silencio).

Demasiada literatura (hablando de libros… ¿qué hay de la universidad? ¿Hace cuánto que no la piso? Desde que Alicia se fue, sí, desde que me dejó por él, maldita sea). Ayer; ¿cómo pude hacerlo? ¿Víctima convertida en verdugo? Levemente poético, pero eso no cambia que Alicia se fuera, ni que ayer no fuese ella sino… ¿cómo sostendré la mirada a Pablo mañana? ¿Sospechará algo? Lo acabará sabiendo, de eso estoy seguro.

Anoche no fui yo (porque no era yo, no, no lo era). Fui radicalmente libre.
Pero queda la resaca. Crimen y castigo. Tras la muerte, queda la vida. Queda mi puta cara en el espejo y los demás aguardando afuera. O al menos ella… y él.
Una vez más, la petite mort no sirvió de nada (ni ésta, ni ninguna).

Ayer (fue ayer, aunque me extrañe) anduve como un zombie de Romero por avenidas desiertas (como un inconsciente, con mi yo inconsciente), e ignorando animosamente el desastre cometido mi mecánico armazón cárnico debió dar mil pasos ante un escenario vacío, hacia un destino inconcreto, en un tétrico guiñol carente de auditorio (eso es un poco la muerte, ¿no? Sí, la muerte. O la vida; o el Zen). Y es un día después -no tres- cuando estoy viviendo en cierto modo todo aquel koan, cuando lo estoy viendo. He resucitado (¿he resucitado?). Quizá únicamente vuelvo a ser un esclavo, el mismo esclavo con las mismas viejas cadenas. Quién sabe… dentro de este cómic uno no puede ni moverse. Demasiado silencio en la habitación (¿Dónde estará el Déjese querer por una loca? Aquí. Veamos: 1, 2, 3, 4, 5).
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Ayer fui libre en cierto modo, dueño de una suprema libertad; libertad ignorada en el mismo momento de su ejecución, sí; e instintiva, e inútil… y dudosa, como casi toda la libertad del Hombre que vive esta vida sin finalidad concreta …”El gran desastre parece que se cierne sobre mí”… Fui peregrino en una tierra insólita, en mitad de un credo extraño, un total y absoluto extranjero que pasó la noche en un oasis yermo en mitad del Sahara; todo eso y nada de eso a la vez; bolsillos rotos repletos de estrellas sin brillo, barco que zozobra en la tormenta. Poesía, palabras. Queda el vómito y la resaca. Y los restos del naufragio (sí, fue ella. Alicia y yo -aunque en el fondo sepa que no-. A veces se nada en la playa, otras esto) …”somos máquinas que”…

…en el fondo (sólo) soy un cínico y un hedonista y un irresponsable y un nihilista y un soñador y un loco, y todo eso y más y peor. Un infeliz Prometeo consciente de que su hígado no se regenera pero que no obstante prefiere ignorar el detalle y dejar que se lo picoteen poco a poco, piano piano, sin prisas. Probé a morir un poco (y morí), arrastrando a más de uno en mi paso vacilante, y regresé una vez más, con una fuerte resaca. Bebiendo bebo la vida, veo la muerte un poco, vivo la muerte un poco; le pierdo miedo. Y me asusto. Y me río y bailo, qué cojones, y el tiempo pasa… y ella.

Salgo a la calle. Nubarrones (pero basta de metáforas). Misma camisa, mismos zapatos y pantalones, y ojeras nuevas claro. Impresentable. Pero en casa no hay pan. Caen las primeras gotas. No tengo paraguas. Al principio no me cae ninguna encima y me siento inmortal, de la raza de los primeros hombres. Silbo.

Cinco minutos después estoy empapado.


PD: se podría considerar a este relato autobiográfico, con la diferencia (importantísima, pues todo el texto se desarrolla en torno a ese sentimiento de culpa) de que yo jamás he engañado a un amigo liándome con su novia. Pero la mayor parte de los pensamientos que sufre este tipo los he tenido yo en el mundo "real" (lo de la lluvia del final también me pasó -es más, fue esa anécdota la que me llevó a maquinar este relato-).

Y su Alicia... ¿no podría ser la de "Mi aprendiz"? Quién sabe.

Hace tiempo descubrí que, como decía Nietzsche, por mucho que intente el hombre objetivarse y extenderse por sus conocimientos, "al final, no recogerá más que su propia biografía". Por lo tanto no os metáis demasiado con mi egocentrismo. Al fin de al cabo, ¿si te quitas qué te queda?

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