¡Hola, hola! Se acabó la Semana Santa convencional… pero a mí todavía me queda otra de fiesta por mi condición de estudiante universitario:-) Estos días no he podido ver mucho cine (ni mucho sol, pese a estar en la costa), pero de entre lo que he visto y recuerdo (ignorando Un papá genial y demás sucedáneos televisivos) destacaré, y no precisamente para bien (¡vengo con ganas de guerra!), lo siguiente:
- El buen alemán: Bodrio insufrible del incomprensiblemente famoso Steven Soderbergh, que por otro lado ya nos tiene acostumbrados con sus películas a agonizar dentro del cine (sólo le salvaría las Ocean’s por las palomitas). Pero esta vez parece ser que le ha entrado la vena Casablanca (y es que el plagio (que no homenaje) final de El buen alemán resulta como poco vergonzoso), por lo que los resultados son aún más deplorables. Si todo esto viene unido a George Clooney y Cate Blanchett -actores que, por decirlo suavemente, no admiro en demasía (y por cierto, a Cate ya me la han calzado en la nueva de Indiana Jones)-, que juntos forman la pareja con menos química de la historia del cine (a los Razzies de cabeza por favor), y a la penosísima interpretación de Tobey Maguire (a la altura de Adam Beach en Banderas de nuestros padres), el cocktail no se aguanta ni con la ayuda de su baza nostálgica. De momento, para mí es La joven del agua del año, pero tranquilos: aún queda mucho año por delante.
- Las vacaciones de Mr. Bean: sin duda, el mejor film de los tres. Y eso que estamos ante una secuela inferior a Bean, lo último en cine catastrófico (y también, me atrevería a decir, peor que Johnny English), pero la verdad es que resulta ser un film cómico muy digno. Es cierto lo que Salmón Sebastian me dijo acerca de Rowan Atkinson: en algunas escenas de la película representa a su alter ego Bean… ¡sobreactuando (sí, resulta difícil imaginar a Bean sobreactuado, pero ocurre)! Pero sólo es una mancha en medio de un metraje con momentos realmente hilarantes, y sin pretensiones. Y por cierto, debo averiguar algo más acerca de Sabine (Emma de Caunes), porque menuda ‘actriz’ está hecha (rica, rica... ¿no es la guapa de La ciencia del sueño?). Por supuesto, también me encantó la divertida parodia a Cannes y a esos directores de supuesto culto que nos torturan con sus fantasmas (léase El buen alemán) y que tampoco dudan en prostituirse cuando el dinero llama. Junto a Un final made in Hollywood, forma una buena pareja de bromas supuestamente blancas -pero en el fondo llenas de acidez e ironía- sobre el mundo del celuloide. Y es que a mí ese Willem Dafoe-Carson Clay que logra el respeto del respetable por una pirueta del destino me recuerda y mucho a ciertas bromas sin gracia como el Inland Empire de Lynch (y eso que no la he visto, pero con Mulholland Drive ya me basta).
Ahora ojalá pueda ver La vida de los otros (pese a que dudo que me guste) antes de que me la quiten, y 300 (pese a que sé que no me gustará), y El buen pastor (esta sí:-) hasta que lleguen Grindhouse o Zodiac, de mi admiradísimo Fincher, u otros films mucho más leves -pero que estoy deseando ver- cómo Sunshine, The Fountain, La noche de Halloween de Rob Zombie o El número 23 con su Jim Carrey claroscuro.
“¡Ser o no ser: he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndolas frente, acabar con ellas? ¡Morir…, dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir…, dormir! ¡Dormir!... ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida! ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio! (…)”
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